HISTORIAS DE MIEMBROS DE AA EN REYNOSA...

Bebida consume cuentas y vida



Familias son víctimas colaterales de la enfermedad

La lucha por dejar el uso de bebidas embriagantes no es nada fácil, miembros de AA relatan desgarradoras historias, donde los problemas en el trabajo, familia y ante la sociedad son la constante.

Jorge Luis era gerente de un banco a los 31 años, la bebida consumió su existencia de forma tal que el 90 por ciento de un sueldo prominente lo gastaba en alcohol todos los días.

“Yo tenía un sueldo bien remunerado en el banco, descuidé a mi familia por la bebida y ni cuenta me di, fui bebedor social y después un empedernido, me comporté muy mal con tantas personas”, recuerda.

Su familia fue víctima de su vicio, con el tiempo su esposa e hijos sufrieron problemas psicológicos por su violencia y torpeza al beber, gritaba por cualquier cosa y era una persona problemática en su barrio.

No podía dejar de beber, le gustaba el juego y engañaba a su esposa con diferentes mujeres en la fiesta, en su trabajo la situación fue de mal en peor; primero llegaba con resaca a la oficina, con el pasar del tiempo se dormía en el escritorio y al final faltaba de dos a tres veces por semana.

“Con dinero en la bolsa sólo pensaba en beber y divertirme, no podía parar, conforme ganaba más dinero mi forma de beber empeoraba, no sabía que estaba al borde del límite”.

A raíz de su adicción sus hijos y esposa acudían a terapia con un psiquiatra por los maltratos de que eran víctimas.
El profesional descubrió que la causa de todo era el alcoholismo de Jorge, le fue sugerido acudir ante AA y él se negó rotundamente.

“Le dije a mi esposa, ‘ese loquero está mal, yo no soy alcohólico, no volveré a ir con él, si ustedes quieren sigan con la terapia, yo no le entro’, la soberbia y el orgullo no cabían en mí”, declaró.

Quince años después, tras perder tres empleos y a punto de perder el cuarto por su irresponsabilidad, su jefe directo le invitó a ingresar en AA, recordó las palabras del psiquiatra y aceptó.

“Al final yo quería dejar de beber y no sabía cómo, me parecía difícil no poder tomar sólo una cerveza, a pesar de eso no aceptaba mi adicción, culpaba a todos menos a mí”.

“Hoy sé que fallé demasiado, por fortuna tengo a mi esposa y a mis hijos, tengo un empleo que me agrada y sigo luchando contra mi enfermedad día a día en AA, trato de dar mi testimonio a quien lo requiere, sin embargo, mi salud ha sufrido las consecuencias de todo ese exceso, ojalá hubiera recapacitado desde el inicio”, declaró.

El caso de Jorge es uno de tantos que pueden encontrarse en los grupos de AA en Reynosa, como Gloria, quien además del alcohol abusó de las drogas, llegó a prostituirse por conseguir un trago o sustancias nocivas.

“Desde joven no me gustaban las reglas, me dejé llevar por la rebeldía, entre música rock y drogas le entré bien duro al vino, cometí tantos errores de lo que me arrepiento”.

Gloria gustaba de usar crack y combinarlo con whisky, llegó a salir a las calles buscando quien pudiera darle unas monedas a cambio de sexo, con el dinero que recolectaba en la noches pagaba sus vicios.
Además, robaba cualquier cosa que estuviera en casa de sus familiares y vecinos.

“En las calles veía de todo, corría peligro y no me importaba, toqué fondo a los 30 y tantos de edad, fue un infierno, aún dentro de AA hay días en que a mi mente vienen deseos de comprar una botella y encerrarme en un lugar para beber sin que mi familia se dé cuenta, es terrible”.

“He pedido perdón a cuanta gente hice daño, pero sobre todo a mí misma, perdí la dignidad y casi todo, estoy agradecida por estar viva y tener la oportunidad de cambiar mi rumbo”, expresó con voz quebrada.


LA HISTORIA DE AA EN REYNOSA, TAMPS.

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